Te espero otra vez allá, donde ya sabés, para encontrarte. Me desafío a no fallarte, me propongo estar y estando poder verte. Me desafío por vigésima vez a seguir el camino y no mirar atrás, y me pregunto si existe esa extraña posibilidad de que algo de lo que escribís me tenga como destinatario. Me desafío a encontrarte, me desafío a vencer ese aferro al orgullo y salir alguna vez de mí mismo. Y tengo que encontrarte o encontrarte, amarte o amarte, no tengo otra posibilidad ni otra idoneidad porque realmente te amo y no te quiero fallar más.
Y entonces me vuelvo a preguntar y pensar:
¿Sirve seguir escribiendo
y torturarme con las palabras?
¿Sirve esperar a tal punto
que el filosofar encontrara
una respuesta tan capciosa
que por cierto es tan deseosa?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentar no muerde...