sábado, 27 de abril de 2013

El futuro

¿Tenés alguna respuesta a esta pregunta tan perfecta pero capciosa? ¿Tenés alguna solución a esta vida tan llena de heridas? ¿Tenés alguna idea de quién soy yo y qué quiero? Porque yo no. Y en realidad sobre este tema voy a escribir la entrada, no sé quién soy ni para qué vengo al mundo, pero en contraposición sí lo sé, y es cierto. Sé quién soy y por eso te escribo, te escribo, te escribo porque sino en primer lugar me tendría que investigar a mí mismo, pero ya me conozco y quiero conocerte. Soy de esa clase de persona que explora más allá del futuro, y se trauma y se frustra porque, aunque viéndolo iluminado, todavía le falta la peor parte, cruzar lo ulterior. Sí! Ese mismo futuro que soñamos siempre, ese futuro tan odioso y cruel, tan lleno de ¿sorpresas?, ¿advertencias? o ¿Catástrofes? (Aunque metafóricamente hablando, siempre hablamos de lo mismo, de esos sueños lejanos pero tal vez cercanos, de esos miedos lejanos pero ya por llegar). Y acá es donde venimos a parar, ¿Hablar del futuro? Esa ilusoria palabra que alguna vez investigamos de cerca, para ver si importa continuar caminando o simplemente parar, intentar prever las odiseas que pueden suscitar la pérdida de esperanza, intentar animarme y reanimarme una y otra vez creyendo que soy inmune a cualquier clase de heridas y contratiempos, de sufrimientos, de tragedias. Entonces entendemos que no importa el futuro, no importan las inhumanidades a las que estemos sometidos, no coloquemos por sobre todo la vida en la tierra. Debemos dejar una huella imborrable en el mundo, no importa cuán grande sea, debemos pisar fuerte, pisar firme y prepararnos para lo mejor, estar frente a Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentar no muerde...