domingo, 25 de noviembre de 2012

De noche, mejor

Eran las 23:00; Hugo llevaba, como de costumbre, el camión lleno de mercadería de regreso a su trabajo (Obviamente porque a esa hora cierra el negocio), se para frente a un semáforo en un barrio lúgubre, lleno de caras desconocidas, borrachos, delincuentes y empieza a notar un leve pero rápido cambio en el medio ambiente, parecía que había más luz, se estaba aclareciendo el lugar. Miedoso como siempre no se animaba a bajar, para su estatura de casi un metro-noventa y su aspecto corpulento era difícil ser cobarde. Al fin baja, lleno de "enanos" que lo miran extrañados por su cara de sorpresa, al parecer se hacía de día muy, muy rápido, como si las Medias horas pasasen cada 4 segundos, echa un vistazo al cielo, retrocede tres o cuatro pasos, estaba estupefacto. Ya habiéndolo hecho hace 10 segundos y sin ningún resultado favorable, vuelve a mirar alrededor para ver si la gente estaba, efectivamente, sorprendida. La gente lo miraba extrañadísima, como si esto fuera lo más normal del mundo. Abre la puerta del camión y vuelve a entrar, estaba dispuesto a fijarse la hora, ¿Serían las 6 de la mañana? No, no puede ser - pensaba. Eran las 23:14 ¿Qué pasa aquí? - se seguía preguntando para sí todas las veces que fuese necesario para darse cuenta por si mismo. Atina a agarrar el celular y llamar a la esposa, contarle lo que estaba sucediendo, estaba super-asustado. Ya el sol pegaba fuerte, como si fueran las 2 o 3 de la tarde. Cuando al fin atendieron del otro lado de la línea, por un segundo Hugo se tranquilizó; pero cuando escuchó lo siguiente se desesperó: "Lo siento Hugui, no tenés esperanzas" - era la mismísima voz de su esposa, la había llegado a reconocer, con una voz llorosa la esposa le había comunicado estas 6 palabras; después de esto se cortó. A Hugo le tembló todo el cuerpo, se quedó congelado, pensó en dejar abierta la puerta, ya ni se asustaba de los ladrones. Obviamente estaba extrañado por lo que estaba pasando, el pensar que todo era incoherente lo lastimaba cada vez más, no entendía nada, iría ya mismo a su casa pero el jefe no lo perdonaría. Solamente, ya que tenía tiempo, se podía retrasar 5 minutos, que por cierto ya los había usado parando en este lugar. Era todo rarísimo, o por lo menos lo que le estaba pasando a él.  Esto era lo que llegaba a sospechar de vez en cuando cuando veía que la gente no se inmutaba. Estaba muy cansado y podía estar enfermo, tal vez afuera del camión no había nadie y todas eran ilusiones de él. No! tampoco estaba soñando, y se llegó a convencer de esto porque en sus sueños no hay celulares. No encontraba otra razón pero deseaba que todo fuese normal.

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