martes, 30 de abril de 2013

habían sido tres veces

Cuando discutimos por tercera vez sobre qué íbamos a decir, quedó fijo, ¡Sí! Esta respuesta quedó inmóvil, no fue modificada. Habíamos estado tres veces en la misma situación, pasando por amistad, discusión y por último, discordia. El engranaje de nuestra amistad había sido disuelto, había quedado desenganchado y ya notábamos antigua esta palabra, notábamos antigua esta relación entre nosotros, ya no éramos los mismos que antes, ya veíamos lejana la amistad y ni encontrábamos posible una situación igual, no entendíamos cómo pudo haber funcionado la amistad entre nosotros, esa palabra se volvió inconclusa y extraña, sucia y engorrosa en nuestra diaria relación. Pero nos quedaba una opción, por ejemplo, sin tener como objetivo la palabra "discordia" (Como habíamos mencionado anteriormente), podríamos decir que éramos "compañeros de trabajo", compañeros que hacen las cosas bien porque están con otro, con otro responsable. Pero en realidad te quiero adelantar, finalmente no conseguimos lo que nos propusimos, la relación diaria se había vuelto monótona y aburrida, parecido a estar frente a un perro que no hace más que morder su hueso. Entonces decidimos salir adelante con nuestro trabajo, con ese trabajo que todavía no había sido terminado pero que podríamos otra vez intentar realizarlo en grupo. ¿Y por qué? pensaba yo, ¿Por qué amistarme de nuevo si habían sido tres veces? " Habían sido tres veces... habían sido tres veces... " Esta misma frase palpitaba en mi cabeza sin entender qué quería decir, pero lo entendí, ¡De veras lo entendí! Cuando viví el momento, cuando ocurrió por tercera vez, (y te cuento, el intento no fue nada cómodo, fue escalofriante, fue drástico y hasta mortífero)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentar no muerde...