viernes, 3 de mayo de 2013

¡Qué difícil!

Qué difícil dejar de extrañar a una persona que siempre estuvo con vos y ya no está más, y además te cuidó. O simplemente te amó pero te cuidó de forma implícita. Qué difícil llevar una vida en paz, qué difícil cargar con ese peso que no querés aceptar, qué difícil también, aceptar una crítica, aunque constructiva. Qué difícil madurar y sonreír porque no hace falta enojarse en ese instante. Qué difícil saber cuándo enojarse, en qué momento, dónde, con quién y de qué manera. Qué difícil superar el orgullo y reconocer que alguien es mejor que uno; qué difícil controlar los celos, ¿y la envidia? Puff... Ni te cuento... Qué difícil llevar una relación sin trabas o mismo superándolas, qué difícil hacer sacrificios, qué difícil parar de ser tímido. Qué difícil encontrar a él o a ella, tu ella o tu él, qué difícil enterarte si esa persona existió y existirá para vos y se complementarán uno con el otro. Qué difícil escuchar sin comentar, qué difícil no hablar mal de alguien cuando no está. Qué difícil aprovechar todas las oportunidades, una por una. Porque es cierto, nos ponemos contentos porque aprovechamos esa oportunidad, esa ocasión, pero olvidamos todas las que se nos precipitaron, esas que rechazamos, y son muchas más que una sola; son muchas más que ésa, y tal vez tenemos pocas, pero aprovechándolas hacemos la diferencia. Qué difícil vivir, luchar, pelear por lo que queremos y no abandonar mi, nuestra o tu personalidad innata o bien, edificada mientras crecíamos. ¡Qué difícil escuchar!.

¿Pero por qué difícil? ¿Qué hacemos para que las cosas se gesten de manera compleja? ¿Qué hacemos o qué no hacemos? Explicame o te explico, la verdad es que evitamos la sencillez y la llevamos al borde del abismo, por creernos fuertes, por tratar de ser "alguien" en el mundo, en la sociedad, pero en definitiva nos estamos creando algo que no somos, estamos copiando la personalidad de alguien que nos lastima o nos lastimará. Es una droga que hay que superar, no sigamos la corriente, seamos nosotros mismos, seguramente para ésa persona (a quien todos imitan) seremos mucho más maduros nosotros, quiénes por nuestra voluntad no lo seguimos, no lo copiamos. Aunque nos difamen, aunque nos traten mal, sigamos la voluntad de Dios, y roguemos ante todo, poder al fin hacer la voluntad de Él, tal como Él nos pidió.

Entonces todo se hace mucho más fácil, el "qué difícil" desaparece, desapareció y ahora nos convertimos en otra cosa, en una personalidad fuerte, firme y que sabe soportar corrientes fuertes. Qué difícil, qué difícil se desvanece de a poco, porque estamos con Dios, con nuestro creador, con nuestro padre, con quien nos amó. Ya no estamos solos, ya no y ahora todo es fácil, y podemos gritar junto a Él: "¡Qué fácil porque estás a mi lado!...", "...¡Qué fácil porque vos me guiás, y me ayudarás a no caer en el pecado, no otra vez".

¿Parece paradójico no? que todo sea tan fácil, a fin de cuentas con nuestro padre todo se hace más fácil, ya lo sabemos, el "qué difícil" culminó.

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