lunes, 1 de abril de 2013

Traición

Estábamos a sólo unos segundos de abrazarnos, todavía no nos habíamos visto, era total, inmensa la ansiedad. Estábamos impulsados por el poder del amor, ningún rencor por ninguna parte, nos queríamos tanto y no nos veíamos hace mucho tiempo. Pensaba abrazarla fuerte y no soltarla, que su cuerpo permanezca entre mis brazos y por un largo tiempo, después hablaríamos. Extrañaba su sonrisa, su llanto y cualquier otra cosa que se le parezca, yo la amaba. Caminaba con paso rápido a través de las calles con olor a olvido y nostalgia, ¡Hace tanto tiempo no visitaba ese lugar, me encantaban las calles, deseaba hospedarme en este barrio sombrío pero hermoso, quería permanecer allí por cuánto tiempo me sea concedido! ¡Cómo creció tanto, pero el aroma seguía seduciéndome!. Aunque distrayendo mis pensamientos por unos segundos por el barrio, después volvía a las ganas de estar con ella; ¡la quería abrazar! ¡la quería amar más que nunca!. No llegaba más, no nos encontrábamos: Entré a desesperar y encontré en éstos los minutos más largos de mi vida; entonces en ese momento me acordé del destino. ¡Sí!, ese maldito destino que nos había separado porque tuvo que ser así, parecía todo ideado para no volvernos a ver, pero ahora lo sabría, ahora la vería y me reconfortaría, me fortalecería. "¡Una cuadra y no más!" pensaba yo, "Tengo que ser optimista, no pasó nada malo". Pero ahora trotaba cada vez más rápido, el silbar del silencio me llenaba de miedo, de infelicidad, alejarme de esa mujer había sido destructivo, estoy seguro que aunque yo hubiese estado quieto, mi corazón no ralentizaría su ritmo. Las olas del tiempo hacían que recuerde la vejez, ya no era el mismo, ya había envejecido y ella también, su mirada hacia mi podría haber cambiado, éramos totalmente distintos. Sentir la horrible punta de una rama en mi hombro y la mirada hostil del viejo sin techo al que siempre difamé, me dieron a entender que no habría ningún milagro ni esperanza, ningún otro saludo cordial del barrio, ya no tiempo de amar a nadie ni esperar ser amado por quién no amé. Sólo me quedaba ella. Sí, sólo esa muchacha con aire de comprensión y solidaridad, quién tanto me amó y ahora está de vuelta, para que la vaya a buscar.

1 comentario:

Comentar no muerde...