lunes, 1 de abril de 2013

Náufrago

Ya había arribado a mi mágico pensamiento optimista, ya dejando de buscar actitudes idiotas y ególatras. Me sentía bien una vez más diciéndome a mí mismo que todo saldría como yo esperaba, pensaba en esa irónica respuesta que alguna vez vos o esa otra chica me dieron, y pensaba usarla a mi favor, pensaba que era para mí y que así debía ser. Y esa audacia con que te empeñabas para lograr los objetivos me conmovía, pero eran algo paradójicas tus respuestas, comprendían una negación cuando realmente estabas segura de lo que estabas diciendo, afirmabas una frase, pero sin olvidarte de ese sabor a olvido, a negación, a decepción; y lamentablemente ese eufemismo me provocaba y me provoca heridas graves. Y realmente ésa es la palabra exacta para el título, no sólo la escribí sino también lo sentí, porque me siento un náufrago, alguien que espera y espera pero sobrevive y hace lo posible para lograr sus mediatos objetivos, aunque no siempre triunfa, por supuesto. Me siento tan eufórico en algunos sentidos, pero en otros destruído, como esa clase de personas que sólo saben madurar cuando ocurre alguna circunstancia peor a sus previos deseos, algún suceso peor a lo anteriormente imaginado, y con ese tono extravagante y superficial de la vida. Entonces repito, la perspicacia me llega en tono ligero, pero me llega al entender que mi deseo es imposible, verdaderamente imposible de llevar a cabo.

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