viernes, 17 de mayo de 2013

Réquiem para el nihilismo

Una vez más tirando a la basura las horas, me digno a escribir esto, acá en el blog. Ya sé que sonará muy rebundante decir que hacerlo es en vano, pero lo intento nuevamente. Ya sé también que no tengo nada para decir pero siento que ese nada es lo que escribiré, y finalmente será fructífero. Ese "nada para decir" es lo que me identifica. A continuación escribiré una historia tal vez metafórica, les aconsejo que no se aferren tanto a esta lectura porque quizá quedan paranoicos, ¡MENTIRA!, reflexionen sobre la misma y entreténganse:
"Ayer fue un día lluvioso" escribía Jacinto y pensaba, estaba con la mirada fija en los azulejos del suelo. "Ese día, mañana y ayer tienen que cambiar...". No había advertido que al día siguiente tenía prueba de química. Él tan concentrado, seguía pensando en esa muchacha tan perfecta. Esa muchacha, el recuerdo de esa hermosa silueta lo estaba destruyendo paulatinamente, había absorbido sus más tenues recuerdos, y quién sabe por qué, lo hacía una persona más amarga dentro de su grupo de amigos. No paraba de pensar en esa persona tan especial y sonreír al ver alguna de sus fotos.
Fue el gato (te adelanto) quien, con esa excelencia de entorpecer fácilmente, por fin lo distrajo de sus ahora siempre iguales pensamientos y reflexiones; tirando la campera llena de monedas al piso, consiguió llevar a otro lado y distraer la atención del muchacho cegado por su enamoramiento. 
"¿Qué me pasa?" pensaba, "...mis amigos no se ríen como antes, no me escuchan como antes", "...no se divierten al estar conmigo" - Es cierto - contesté, sentado en el sillón contiguo pero atrás de él, todavía no me había visto, se asustó y volteó tan rápido como pudo - la vida no tiene sentido alguno - proseguí casi sin interrupciones - ese escepticismo es lo que hay que entender. - y continué - ¿para qué sirve la vida? ¿para amargarse? ¿para sufrir? ¿para qué vivimos? - ...pero él, con ese aire de novela, con ese estupor y confianza, con ese ardor flamante de confianza en Dios, cerró mi puerta con llave, no fue engañado por mí, por el demonio, sino hizo la cosa más sencilla:
Me evitó, casi sin problemas, volvió a sus viejos pensamientos y comenzó a vivir, otra vez a vivir.
                                 ...y tachó "Nihilismo", ¡Sí!... de su gran diccionario

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