Decidí escuchar por primera vez, dándome cuenta que había sido algo frío, cerrado y (si la lengua lo permite), inaguantable. Decidí escuchar o "leer" la otra visión idealista, tratando de cerciorar, si tengo razón, si me rechazaste. Pero no logré más que escritos incoherentes que llevarían a un desenlace poco usual para la gente. No logré más que empaparme de miedos y salir a caminar de rodillas, casi con las manos, muy asustado. Rechacé todo tipo de lisonja y coima (en sentido metafórico), de esa gente que no vale nada, ni un céntimo de espinas. Te aseguro que aunque este tipo de gente fuera mi familiar, nunca daría mi vida por esta clase de personas. No, no, te aseguro que no, no vale nada, definitivamente. Y leyendo mis antiguas entradas, entendí que había sido muy molesto (si se permite), únicamente había hablado de dolor y pena, muy seriamente justificando paradójico este sentimiento, sumamente contradictorio a mi vida. Y me sentí molesto ya que esto podría sanamente enfadar a alguien que me conociera, sabiendo que (probablemente por un fin demasiado ilusorio), redacté esto y dejé como pasado la felicidad y alegría. Justamente sí, esas dos palabras que me caracterizan, que sin ellas yo, particularmente, no puedo vivir, y me definen como persona, porque sin esas características yo no existo, y te lo aseguro.
Entonces, otra vez más, probablemente dentro de un tiempo me vuelva nostálgico y quiera abrirlo de nuevo, si el destino quiere que el blog y yo nos volvamos a juntar, así ocurrirá. Pero simplemente esta entrada es para decir que acá termino con mi blog, dejándola por dos o tres días publicada para que se entienda por qué cierro de repente mi página.
En fin, sin más que decir, nos veremos en el futuro, con mucha suerte.
Y si no quedó claro, no me gusta escribir algo que no siento, verdaderamente creo que se me da mejor escribir sobre tristeza, pero yo siento felicidad, realmente soy feliz, muy feliz.
Entonces, siendo el blog (si se quiere), algo hipócrita, lo doy por finalizado, ya que yo no soy así.
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