domingo, 27 de octubre de 2013

Queriendo ser frío, me derrito al golpear tu egoísmo

Tuve miedo, soñé que estaba en penumbras, pero había luz: podía ver. Pero no claro, aunque veía, lo juro. Ese día fue horrible, como si fuera un deja vu dentro del sueño mismo. Soñé que estabas vos, llamándome y deseándome. ¿Y yo? yo estaba encerrado, esa puerta tenía rejas, me acuerdo. Es cierto que me pareció raro que me insistas, siempre era yo, y quiero ser yo pero al mismo tiempo quiero (trasladándome otra vez al sueño) que vos avances un poco también. En ese sentido, repito, me sentí desconcertado. No pude evitar que la tristeza me invada, por no poder complacerte, aunque a la vez me di cuenta de qué me pasaba. Antes no lo entendía, ¿te acordás? yo escribía; antes también escribía siempre mostrando la incertidumbre de mi rutina, de qué sentía, de qué me pasaba, por qué no podía despegar mis ojos de tu rostro.

Ahora lo entiendo, cómo me evitabas, pero yo te seguía, ya no eras vos la idiota, sino yo. Antes eras idiota, ¿sabías? para mí eras idiota, pero te quería.

Entiendo que no entiendas (si es posible el paralelismo), aunque no tenés que entender, sólo aceptar. Y sí, también tenés que entender cómo me lastimaste, cómo me heriste: cómo sufrí por tu culpa, ¿y para qué sufrir? ¿me explicás?

Necesitaría una cosa más...
Necesitaría un milagro, sólo eso, para volver a amarte

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentar no muerde...