viernes, 15 de noviembre de 2013

víspera

          Todo se movía rápido. Nunca bajé la cabeza, siempre miré a esa cosa celeste (por defecto), pero a veces se ve blanca, gris, incluso negra. Una cosa lejana con dos picos puntiagudos pasaba velozmente de un lado a otro, salpicando viento. Otra cosa, ésta última creo que con vida (según me acuerdo, me habían descrito sus características en los libros de biología) pasaba también con la misma velocidad en que se enciende un fósforo. Todo extraordinariamente rápido (o bajo mi punto de vista, recién estudio que la velocidad de la luz es un poco mayor)
          Yo estaba así: como te muestro ahora, nada, como siempre. Con la lentitud y quietud que tiene uno mirando ese espectáculo maravilloso, ni piensa ya en sí mismo sino para medir su termostato.
          Reitero: todo se movía muy rápido, la ciudad era rápida, ni más ni menos.
          No llegábamos a comprender si iba, venía, pero desaparecía y volvía a desaparecer, y aparecía... (dicen, yo no lo vi).
          Me acuerdo que, además de mí, había algo extrañamente lento. Supongo que tiene forma curva, es medio blanca pero no conozco ese color (lo confieso).
          Era como una estatua en el bosque, como alguien esperando (no más de unos minutos), a que la vengan a buscar.
          Primeramente confié en mí, no estaba ansioso ni desesperado, sabía que faltaba para que se fuera: todavía le tocaba esperar un tiempo (o unas horas, ¿quién sabe?). Y esperé, pero sin dejar de mirar, sin dejar de buscar métodos para cruzar todo el espacio y llegar. Pero a veces me afligía, porque mi estupidez era profunda y mi ansiedad (de a poquito, poquito, como el cáncer), me empezaba a lastimar, comenzaba a destruirme.
          Fue triste, ya no me acuerdo bien. Creo que mi error fue ilusionarme. Concluyamos.
          Luego esperé no pacientemente a que el mundo se alíe a mí, esperé que el mundo conspire para que eso que deseaba se pudiera lograr. No pasó.
          Desde ese momento estoy sufriendo: sufriendo por algo que no fue y por algo que podría haber sido (éxitos). Sufriendo por haber peleado sin fuerzas suficientes por eso, que no se daría jamás
Y sufriendo porque entendí que no vale la pena, que eso lejano lejano, no es más que tierra de nadie

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