viernes, 31 de enero de 2014

Fue eterno

Pasé un largo rato sentado sobre el asiento de la bici. No me animaba a continuar, no me atrevía a regresar. 

De pronto sentí esa imperante necesidad de salir corriendo, de parar de sufrir y terminar con este sufrimiento. Me acordé de cuando estabas conmigo. Me acordé de esos ojos enamorados que me contemplaban. Esa dulzura en tu mirar, ese brillo hermoso que siempre hace juego con la noche. Esos ojos que tanto esperé pero bien sabía: en ese momento me hacían sufrir. Y me desgarraban despacito porque no iba a darte lo que merecías. Y me mirabas con amor, con miedo a perderme. Y sufrí: la pasé mal. No lloré porque te sentía cerca, no lloré porque estabas ahí, en mis recuerdos. 

No me animé a ir a buscarte, ya lo había hecho, ya me habías dicho que no. Y ¿por qué? constantemente me preguntaba qué había hecho mal. Ya no servía perseguirte, bien sabías todo, fue una elección tuya: no habías querido, simplemente. Pensaba que si te arrepentías me llamarías, me gritarías. No sé, ¡algo!. Esperé mientras los autos que corrían me hacían entender cuán rápido íbamos. Miré para atrás con cara de preocupación. Me imaginaba mi cara como un tormento, como una persona engañada, como una persona frustrada.
Encadenada únicamente a una persona egoísta. Yo te había dado TODO... TODO: TODO. Lo que más me dolió es que eras consciente de ello. Pero tuve esperanza, pensé que si recordabas cuánto te había dado me darías otra oportunidad. Otra oportunidad de no se qué. Tal vez de enamorar a alguien des-enamorable; tal vez de cambiar mi yo, cambiar mi personalidad, sólo para convencerte. 

¡Mentira! no lo habría hecho, ya lo sabés. ¿Y para qué lo hiciste?, creí que sería temporal. Pero no, fue más bien duradero.

Fue más bien eterno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentar no muerde...