viernes, 31 de enero de 2014

Dadi Ruges

Dadi Ruges también era especial, cuando él venía todo se hacía llevadero. Siempre estaba ahí pero nadie lo veía; era como un superhéroe invisible. Lo llamábamos así por inercia o quizá porque en la escuela nos habían enseñado que así le decían y punto. ¡Quién sabe! eran ideas que nos inculcaba el inconsciente colectivo, y que resultaría muy difícil (a la larga) tirarlas a la basura. No sé. Nunca lo vimos, nunca lo identificamos entre la multitud, pero siempre supimos que ahí estaba. Ciertamente nos sentíamos felices y cómodos con él.

Ahora lo extraño, hace ya mucho tiempo que no lo veo, hace ya mucho tiempo que oigo hablar de él como un ser perdido, desaparecido. En los periódicos, en la radio, en la televisión aparece siempre, en realidad aparece su nombre: nunca él. Y ya sabes, no aparece porque es invisible: sólo lo percibimos, sólo sabemos cuándo está y cuándo no está.

Al principio no me percaté de su ausencia. Por suerte en mi barrio no lo necesitábamos. Pero más tarde empecé a escuchar que mis amigos hablaban entre ellos. Ellos me contaban que estaba afuera, que nunca volvía, que se había ido de Argentina, que simplemente se había marchado. Al principio no me importó nada, pero pasaron unos días y me empecé a preocupar. No lloré, todavía no lo extrañaba.

Sabía que pronto lo iba a extrañar. Nunca había sido un gran amigo mío. Yo tenía otros amigos, pero él siempre estaba ahí, preguntando si podía visitarme: nunca fallaba.

No sé que le pasó, tal vez se cansó de nosotros: se fue. Tal vez murió, espero que no, le decían "el corazón del pueblo". Por lo menos la gente que confiaba en él.
Siento lástima por ellos, siento pena por él.

Ahora lo quiero, me doy cuenta de su ausencia, ¡ahora sí!, ¡ahora estoy convencido!. Quiero que vuelva.

Esperamos que vuelva: nunca lo habíamos extrañado tanto.

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