sábado, 1 de febrero de 2014

we're done. twig?

Acá sentado, probablemente esperando que la lluvia me preste una gota y que esa gota haga la competencia con mis lágrimas. Estoy acá esperando que alguna mujer hermosa me regale su mirada, por lo menos por algunos milisegundos; al menos por un ratito. Y acá estoy, sin querer olvidar su sonrisa, sin querer desenchufar mi recuerdo de sus gestos, mi recuerdo de su compañía. Sin querer pero queriéndome olvidar de ella. Esperando que otra mujer le saque el lugar de mi mente. Esperando que otra la supere, que mi corazón prefiera a otra. Alguien digna de amar, así no tengo la necesidad de tener que olvidarme. Pero me doy cuenta que no puedo, si no hago algo no puedo cambiar, no puedo dejar de pensarla, no puedo sacarla de mi mente. Siempre que conozco a alguna mujer hago lo posible (inconscientemente) de decirle a esa cosa idiota que tengo ahí (creo que es el corazón), que no hay mejor persona que esa que ya sabés. Que ella es mejor y que es el prototipo de mujer: la mujer ideal para un hombre que está dispuesto a amar.

¿Es más fácil decirlo, no? "¡Olvidate, boludo!". No, es muy difícil olvidarse de una persona que siempre soñaste que sería tu mujer. Es muy complicado pensar en sacarla de tu cabeza cuando la ves casi todos los días. Es muy complicado olvidar, si siempre que la quiero olvidar pienso en ella.

Entiendo que no me entiendas: antes no me pasaba, nunca me había pasado. Pero ahora pienso en dejar de quererla y me doy cuenta que había ideado un mundo tan mágico (si se quiere) con ella, y ahora está hecho mierda. ¡Sí!, hecho mierda.
La había imaginado en todos sus aspectos, la amaba (o estaba enamorado, nunca la amé). La había soñado tanto que ahora me parece imposible abandonarla (hasta de mis pensamientos). ¡Sí! soy egoísta: no la quiero dejar libre.
Pero estaba seguro que me decían a gritos que era para mí, y que tenía que insistir.

Tal vez no demasiado, tal vez no así, tal vez no de esta forma.

Tal vez sería bueno parar de sufrir.

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