lunes, 14 de abril de 2014

Algo falta

Obviamente no me había olvidado de guardar ese olor en la memoria, aunque ciertamente me hubiera gustado más haberle sacado una foto. Ese olor a viento que nunca se olvida, que en lo posible no se elige eludir (porque tarde o temprano sería dañino para la salud el sólo pensar en haberle dicho que no). Y era el extraño aunque apacible olor a viento, pero esta vez con gotas de agua, con humedad, con olorcito a mar. Y rico, muy rico. Creo que produce felicidad, y el silencio: tiene que haber silencio para que sea una combinación perfecta. El perfecto silencio y la no compañía que hacen más apacible todavía esa vista al mar. El sentir el viento fuerte y la proximidad del océano, y ver las olas, o no verlas, o verlas con los ojos cerrados, o admirarlas. Hace bien, sonrío y me deja pensar. Me abrazo al mar y busco en mi corta memoria frases, poesías con llanto sobre este mundo tan querido. O tal vez Alfonsina. O tal vez algún yo, ahí, algo apático, algo insensible: con un sentimiento a vacío. Y mejor si llueve, mucho mejor. Si hay tormenta, elijo no estar adentro, en el barco, casi que sufro si no toco el agua. Y estar afuera, sentado, mojado, sentado sobre la barandilla que sirve de protección. Not at this moment. Y no sentir la adrenalina, sólo disfrutar: del viento, del no frío. Del estar esperando, te. De no dejarte pasar frío. De protegerte, de amarte. Porque algo falta.

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