sábado, 26 de enero de 2013

El perdón

Una noche en su casa se acordó de los recuerdos solitarios de su estadía en Bariloche con sus primas, ahora las extrañaba. En ese momento no sólo las trató mal si no que juró no volver a verlas, según él eran muy burlonas. No importaba que él las haya tratado mal todo el tiempo, que no haya compartido sus cosas, lo único que él veía era una cosa: Son inaguantables, odiosas, molestas y antipáticas. Todo el viaje él había sido irritante y pesado, no contestándoles a sus propias primas, hacíéndose el sordo. Pero este día se había, tal vez, contagiado de un virus de bondad, las extrañaba y las extrañaría. Soñaba despierto, estaba alicaído. El orgullo le impedía ir a verlas, entonces, haciéndo frente a su sentimiento, optó por deshacerce de las fotos que se había sacado con ellas, las quería olvidar, no sufriría más. Cuando se dio cuenta de que ya se había desprendido de todas las fotos que tenía en su casa ya impresas, (las cuales compartió con alguna de sus primas en algún viaje cualesquiera) se acordó de las fotos que había subido a la computadora. Se dirigió allí con la intención de borrarlas, "¡Mis insoportables primas!" pensaba. "No volverán a saber de mí!".
Empezó a borrar todas las fotos que comparían, todas las fotos que él estaba con alguna de sus molestas primas. Borraba todas las fotos que había en un archivo, después en otro y luego en otro, y así sucesivamente. Al terminar se acordó de cómo ese día las extrañó, y volvió a la carga. Le pedía al Señor que le diera fuerzas para vencer el orgullo, las quería volver a ver y perdonarlas. Caminó lentamente a través  de su casa, quería extrañarlas de nuevo, quería querer olvidar el orgullo, nunca haberlo conocido y emprender el viaje, rumbo al perdón. Sintió otra vez nostalgia, cuando vio que no tenía ninguna imagen de elllas, ninguna foto, ¡Ya no había nada en su casa! Se agarró la cabeza y la golpeó contra la pared, igual que un demente cuando se entera de su locura. ¡Estaba desesperado! ¡No vivía con nadie! ¡No tenía familia! ¡Sólo ellas, y las había exterminado! Abrió la puerta de calle y permaneció en el umbral por no más de tres segundos. Se subió a su moto, puso ésta en marcha, estaba en camino al perdón.

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